Me causa mucha risa cuando la gente piensa que vivo de vacaciones… ¡ojalá así fuera! Entiendo que puedan tener esa impresión errónea de mi, pues mientras mucha gente trabaja para poder vacacionar en la playa, yo estoy tan cerca que puedo disfrutar del mar, del sol radiante y el clima perfecto casi cualquier día de la semana, sin importar si son vacaciones o no; pero aunque me encantaría, la realidad es otra. Si bien vivir en un destino de playa ha contribuido a que mi estado físico y mi salud mental, sean mucho mejores respecto a los que tenía cuando aún vivía en la hermosa pero caótica Cd. de México y soy muy feliz en Playa del Carmen, ¡No todo es color de rosa en el paraíso!
Si bien mi vida en Playa del Carmen es distinta a la de las grandes ciudades en muchos aspectos, está muy lejos de ser una vida libre de preocupaciones, responsabilidades, obligaciones y todo lo que conlleva la vida adulta. Así como tú, también tengo que despertarme temprano para ir a trabajar, pagar deudas, impuestos, ocuparme de los pendientes del hogar, cuidar mi salud, descansar, etc.
Sin importar el lugar donde vivamos, la vida adulta nos obliga a estar informados y actualizados de los avances tecnológicos, del acontecer mundial y lo que sucede en nuestra comunidad. También nos obliga a estar capacitados para realizar mejor nuestro trabajo, cualquier que este sea, pues si existe algo inevitable es el paso del tiempo y siempre habrá alguien más joven y en ocasiones mejor preparado compitiendo por nuestro lugar en el mundo laboral. ¿Qué decir de las deudas? Aunque seamos organizados en nuestras finanzas, no dejan de ser preocupaciones recurrentes y las anteponemos siempre ante cualquier nuevo proyecto… Ser adulto le llaman.
¿Se puede ser adultos y felices al mismo tiempo? ¿Cómo lograr sobrellevar todas esas responsabilidades para que no se conviertan en cargas? Pues… ¡tú dime! ¿Acaso esperabas que yo te diera la respuesta? jajaja, ¡imposible!
No lo tomes a mal… yo no puedo decirte cómo ser feliz teniendo tantas responsabilidades, eso está en ti; Cada persona es distinta y lo que a unos nos funciona puede que en otros tenga un efecto negativo; un ejemplo burdo puede ser que mientras a mi ir a la playa me hace mucho bien, hay quienes son alérgicos a la arena, a los rayos del sol o al agua de mar, ¿me explico?
Lo que sí puedo hacer es recomendarte que encuentres pequeños estímulos que hagan que todo tu esfuerzo diario valga la pena. No importa donde vivas, todos necesitamos un pequeño escape. No se trata de hacer grandes cosas todos los días, sino de que te permitas tomar una pausa, un momento contigo, para relajarte y pensar o incluso para no hacerlo. Aunque es posible que tengas hobbies como viajar a lugares hermosos, hacer ejercicio, practicar yoga, ir al cine, jugar videojuegos o leer un libro, la realidad es que requieren más tiempo del que a veces tienes. En cambio, las pequeñas pausas nos permiten escapar por minutos que a veces saben a horas, y son las que debemos permitirnos cada que sea posible. Un ejemplo que a mi me funciona muchísimo es tomar una taza de café.
Piénsalo: no importa qué tan urgente sea el proyecto que debas entregar o qué tan ocupado creas estar; A menos que seas médico y otra vida dependa de ti, todo lo demás puede esperar y siempre hay tiempo para disfrutar de un café. No importa el lugar, el clima si estás solo o acompañado o incluso si estás organizando una boda, un café siempre cae bien. En casa somos fans del café. Lo preparamos durante la mañana y me mantiene concentrado y alerta durante el día, aunque también acostumbro tomar una taza antes de dormir y aunque no lo creas, me relaja (lo sé, soy raro). Cada sorbo de café que tomo al día, significa una pequeña pausa que disfruto, casi de la misma forma que como cuando me tomo el tiempo de acudir a lugares como Starbucks y personalizar mi bebida favorita.
Aunque distintas, tanto la experiencia de beber café en casa o en una cafetería, conllevan la misma sensación de escape y libertad y representan para mí la posibilidad de hacer una pausa de mis obligaciones, del trabajo, de la vida. Si bien no lo hago todos los días, me gusta la experiencia de visitar Starbucks, porque puedo comprar un café regular en casi en cualquier tienda de esquina, pero disfrutar de un café que sepa exactamente como me gusta, con la combinación de ingredientes exacta y con la garantía de que si no me gusta, lo puedo cambiar, solo es posible en Starbucks.
Seguro estás de acuerdo conmigo en que visitar una tienda Starbucks es una de esas pausas que se disfrutan sin importar el día o la hora y explica el punto de este post perfectamente. Es increíble pero pareciera que el tiempo, algo que es gratis e intangible, se ha convertido últimamente en un lujo que creo que todos merecemos y para mi el hecho de que exista un lugar donde puedo pedir al barista algo tan elaborado como un delicioso café moka blanco helado con 1 extra shot de café, leche deslactosada light y sin crema batida no solo es una forma de consentirme de vez en cuando, sino de recordar que sin importar todo lo demás, siempre debo darme tiempo para mi. ¿Estás de acuerdo?
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